lunes, 18 de mayo de 2015

UNA NUEVA AMIGA


Una nueva película de François Ozon que trasmite una sensibilidad extraordinaria, rompedora de prejuicios establecidos entorno a la identidad genérica y sus relaciones con la orientación sexual. François Ozon, su director, tiene una mirada muy aguda con los temas donde esté implicado el deseo, ofreciéndonos un punto de vista absolutamente original con respecto al consenso imperante y mucho más cercano a la verdad que el mismo. Es una pena que en la publicidad que se hace de ella se la presente como una comedia, puesto que en realidad, a pesar de algunos toques divertidos que no tienen porqué dejar de estar y hacen más ligera la trama,  se  trata de un drama que nos coloca frente a muchos interrogantes.


Claire
Esta película se inicia con una escena en la iglesia donde están celebrando el funeral de una joven, Laura, amiga íntima de Claire, quien en esos momentos está relatando como se conocieron desde niñas y se juraron amistad eterna, con el clásico corte en las manos al estilo de los pactos de sangre que hermanaban a las personas entre sí, sea para sellar una alianza de pertenencia a una organización, como en el estilo de las mafias, o bien, para sellar una amistad de por vida. Claire recuerda muy conmovida en su discurso escenas de los distintos momentos de vida compartidos por ambas ,  que la película va mostrando. Escenas de la mutua atracción instantánea en la niñez, que ella menciona como un flechazo cuando se conocieron, de la intimidad sensual de la amistad adolescente que no se cuestiona si esa ternura implica otro tipo de atracción sexual,

Claire y Laura

 sus pasos por la discoteca con sus ligues,

 sus bodas respectivas,
Boda de Laura y David

A Laura mira Claire en su boda

y termina su discurso diciendo que prometió a su amiga Laura cuidar de su hija y de su marido David, quien muy emocionado la abraza cuando pasa a su lado. El duelo por Laura deja muy abatida a Claire. Su marido Gilles, intenta animarla a que vuelva a su trabajo para ayudarla a revivir. También le recuerda que pase a visitar a David, el viudo desconsolado, y a su niña a los que hace tiempo que no ve porque verlos le recuerda demasiado dolorosamente a su amada amiga muerta. Pero finalmente se decide a visitarlos y se encuentra con una sorpresa que no espera. La escena la muestra entrando en casa de David y ve de espaldas a una rubia que está dando el biberón a la niña. Cuando se gira, vemos que es David vestido de mujer. Azorados por la sorpresa David intenta justificarse diciendo que lo hace para que la niña perciba el olor de su madre y calme su llanto. Pide a Claire que le guarde el secreto, que no le cuente a Gilles lo que ha visto porque da por hecho que no lo entendería como tampoco parece entenderlo Claire. Pero a medida que va pasando el tiempo, tanto Claire como David van atravesando una situación que los implica  a ambos más profundamente. Él va avanzando en una dirección a la mujer que denota un deseo que va más allá del pretendido consuelo que quería proporcionar a su hija y que alegaba como pretexto para trasvestirse. Empezamos a notar que lo hace porque le place hacerlo. Claire se lo señala y le dice que es un pervertido. Se aleja de él temporalmente y a pesar de sus protestas y de decirle que tiene que volver a la realidad, se siente progresivamente más atraída por este nuevo escenario que le plantea David trasvestido y que la hace entrar en un bucle que le devuelve a los sentimientos más entrañables que sentía por Laura. Interrogado por Claire acerca de si Laura sabía estas inclinaciones suya cuando se casó con él, David responde que sí  y que ella lo aceptaba mientras él fuera discreto. Empiezan a compartir momentos como ir de compras a un gran almacén con David vestido de mujer,


lo que refuerza el imaginario de Claire en el sentido de estar compartiendo escenas de dos amigas, que la acerca aún más a Laura. Gilles no sabe nada de todo esto, ella le oculta la nueva identidad que asume David sintiéndose cada vez más una mujer y sobre todo, le oculta el placer que ella siente en esta nueva relación que la lleva a negar que David sea biológicamente un hombre. La necesidad de verse se va acentuando en ambos. Claire ha cambiado en su móvil el nombre de David por el de Virginia para ocultar a su marido que sus salidas eran con David a quien hace pasar por una amiga que quería hablar de los problemas que tenía con su marido. La intimidad entre Claire y David va acentuando la necesidad de encontrarse hasta el punto que David le propone pasar juntos un fin de semana. Claire miente a su marido para poder acceder a la demanda de David y presenta como excusa para ausentarse ese fin de semana, una enfermedad de su madre que necesita que la cuiden. Ese fin de semana Claire tiene un sueño donde aparece Laura metiéndose en su cama y besándola, momento en que ella se despierta muy sobresaltada. Es la primera vez que aparece un deseo sexual explícito hacia su amiga que la sorprende y la angustia. David se la recuerda constantemente vestido de mujer pues utiliza los vestidos de Laura y una peluca rubia que lo hace aún más parecido a ella. Ella cree que David es gay, pero no lo es. El se siente muy atraído por Claire, pero se siente una mujer. Cuando la cita en un hotel frente a su trabajo, Claire acude a la cita, comienzan un juego sensual muy erótico donde Claire va tocando los artificios de su cuerpo como los pechos artificiales sin que eso la detenga pero cuando asoma el pene de él excitado ella lo rechaza bruscamente y le dice que no puede continuar con ese juego erótico porque él es un hombre. Lo que desencadena que él salga a la calle vestido de mujer pero sin disimular sus rasgos masculinos poniéndose en evidencia. Ella lo ve desde la ventana de su trabajo y le manda un e-mail de advertencia, preguntándole si está loco por ir así por la calle, a lo que él contesta desafiante que es una mujer. 


Es exactamente esa certeza identitaria de género, que lo inscribe a David en el lado femenino, lo que nos muestra que no se trata simplemente de un acto de trasvestismo sino de un caso de transgénero, no transexualidad, porque David-Virginia, sostiene su orientación sexual dirigida a las mujeres. Es interesante hacer notar aquí, que psicoanalíticamente hablando, el empuje a la mujer es un fenómeno que se da en la psicosis. La certeza, por contrario de la certidumbre, es otro fenómeno de orden psicótico cuando se refiere a la identidad. El psicótico intenta que la realidad se adapte a su mundo imaginario, mientras que en la neurosis es lo imaginario que tiende a adaptarse a la realidad con grados más o menos logrados de certidumbre en lo que se refiere a la identidad, pero siempre están presentes algunas dudas.

David en esa escapada alocada a la calle vestido de mujer con descuido, es atropellado por un coche y queda en coma. Nada lo despierta hasta que a Claire se le ocurre vestirlo de mujer y nombrarlo como Virginia. Él responde al llamado despertándose. Siete años después, la escena nos muestra a su hija muy hermosa, muy parecida a su madre, a Virginia y a Claire que van a buscarla al colegio tomadas de la mano y Claire embarazada, mostrando una situación normalizada de una familia no convencional. 

El personaje que es interesante interrogar es Claire. Por qué se produce en ella un  deslizamiento desde una posición realista desde donde intenta hacer entrar en razón a David en los inicios de su empuje a la mujer con sus primeros trasvestismos hasta resultar ella misma seducida por el proceso de su amigo? Claire amaba a Laura sin saber que se trataba de una atracción sexual. David fue descubriendo en ella lo reprimido de sus sentimientos hacia su amiga muerta, tan evidentes para otros amigos incluido su marido que reconoce que siempre había sentido celos de su mujer por los sentimientos de ella hacia Laura. Por otra parte Laura también sabía que David tenía inclinaciones transgenéricas, su aceptación de las mismas indica que de alguna manera había en esa complicidad algo del orden del deseo de Laura, deseo trasgresor ignorado en sí misma, de lo contrario no se hubiera casado con él.  
Lo interesante de esta película es que nos muestra que no hay que confundir el empuje a la mujer en un hombre con homosexualidad. No necesariamente. La orientación sexual no siempre coincide con la adscripción a un género donde el sujeto se identifica.
David-Virginia es un ejemplo de ello. Claire y Laura eran lesbianas sin saberlo de una manera consciente? Difícil responder a esta pregunta. Cuando  en una discoteca se le acerca a Claire una lesbiana que coquetea con ella, si bien no la rechaza, se aleja bailando con David-Virginia. El matrimonio de ella con Gilles fue una concesión a las normas sociales que empujan en la dirección de la heterosexualidad obligatoria? Difícil saberlo. La única escena de sexo con su marido se produce en un momento donde ella aún está en duelo y no se muestra muy entusiasmada. Aunque nada nos impide suponer que hacia él también sentía deseo, pero más débil del que sentía sin saberlo por su amiga muerta. Testimonio de ello es la atracción hacia David-Virginia, representante de una figura fantasmática que reúne en sí misma atributos de los dos sexos y que para hablar con más precisión es la representación de la madre fálica revestida de la omnipotencia que el infante le atribuye. Figura que despierta una atracción seductora sobre quien no ha declinado la pérdida necesaria de ser para definirse en una identidad clara como hombre o como mujer. Como David-Virginia sostiene de sí mismo/a desde el principio, que ella-él puede ser el padre y la madre de su hija. Hay una escena muy graciosa que hace alusión a esta figura transgénero que evoca una completud imaginaria, cuando David-Virginia refiere un dicho que expresa que los niños nacen de las coles y las niñas de las flores, pero que él ha nacido de una coliflor. 
Fascinante lo misteriosa que es la sexualidad humana que no deja de sorprendernos a quienes no nos dejamos seducir por el teatro de las apariencias, que no sólo funciona en el sentido de la heterosexualidad obligatoria sino también en el afán de poner etiquetas simplificadoras para la homosexualidad. La necesidad de control social desde el discurso normalizador, provoca en el ámbito gay y lésbico una necesidad de control de la diversidad sexual, que lo hace tan prejuicioso como el discurso que quiere combatir por querer definir de manera demasiado simplista la difícil captura y definición del deseo sexual en una etiqueta identificatoria que encapsule el deseo en una sola dirección. Encapsulamiento al que el deseo se resiste. Le guste o no al poder y al contrapoder. 

CLAUDIA TRUZZOLI          

jueves, 23 de abril de 2015

TOMBOY


Una excelente película de Céline Sciamma, que nos conduce a reflexionar acerca de la configuración de la identidad sexual en la que nos inscribimos todos de una u otra manera. Tema que ha sido objeto de controversia en lo que se refiere a las causas que determinan dicha identidad. Los que se inclinan por las explicaciones antropológicas son más proclives a considerarla un resultado de la cultura en la que se inscribe un sujeto. Los amantes de la determinación genética, más esencialistas, se decantan por un determinismo biológico algunos, otros por un determinismo estructural que corresponde al psiquismo. Todas estas explicaciones causales dejan un vacío frustrante cuando pretenden explicar la identidad apelando sólo por una única causa. A mí me interesa un enfoque multidisciplinar que integre además la concepción de la diferencia de género en el análisis de esta cuestión.

La protagonista principal de la película que comento es una niña por su biología, -Laure-, pero en ese momento de su vida, -alrededor de los 9 años- actúa como un niño tanto en su estética, corte de pelo, vestimenta, actitudes comportamentales, como en sus gustos que la orientan a tratar de ser como las normas culturales le indican que corresponde al género masculino. Ella prefiere llamarse Michael, nombre con el que se adscribe una identidad masculina en la que ella se siente reconocida. En esto sí podemos ver la marca de la cultura porque es ella la que nos orienta de que lado se colocan los signos que identifican a cada género, lo que nos permite hacer una distinción superficial y rápida del lado donde en apariencia se coloca cada sujeto hablante, aunque esa distinción sirva más al teatro social de las apariencias que nada asegura acerca de su sexualidad.

Pero si hablamos de goce, de sensualidad, de placer erótico entramos en otro tema que no se explica por las cuestiones culturales. De hecho, Laure en su biología, -Michael, en su sentimiento psíquico de pertenencia a un género- tiene una hermana menor, que es el prototipo de la feminidad más clásica. Es delicada, le encanta bailar con un tutú, en sus juegos hace tallarines con una maquinita, de una expresividad gestual encantadora, con un manejo de la seducción que adjudicamos al estilo femenino. Se lleva estupendamente con su hermana y hay entre ellas una complicidad muy amorosa. Laure-Michael en cambio, es retraída, tímida, bloqueada en la expresión de sus sentimientos, posiblemente porque se siente atípica en la asunción del género que por biología se espera que ella asuma. Ella es diferente, porque le gusta actuar y parecer un chico hasta el punto que cuando se encuentra con un grupo nuevo de niños en el nuevo barrio donde su familia se muda, lleva a construirse con plastilina un simulacro de pene para que se note un bulto más o menos adecuado a la edad y engañar de esa manera más fácilmente al grupo de amigos acerca su identidad.                                             

Hay circunstancias que la obligan a ello, como por ejemplo, no poder mostrarse haciendo pis con los otros, no poder mostrarse en bañador, la preocupación por sus pechos que aún no han crecido y se siente insegura que la puedan traicionar si muestra su torso desnudo. Observándose en el espejo se los golpea como si con ese gesto pudiera detener su crecimiento.

 Hay un momento gracioso cuando ella jugando al fútbol con los amigos, escupe en el suelo, gesto que estamos habituados a ver en los jugadores profesionales, y que en el caso de Laure es un gesto que la reafirma en su identidad masculina.

La pregunta que se impone es por el papel que juega la familia en esa elección inconsciente de goce que adscribe a las dos hermanas en géneros diferentes. La película comienza con una escena donde el padre está conduciendo con su hija Laure en brazos. El espectador cree que se trata de un hijo varón y el padre tiene un trato con ella que coincide con la complicidad que tiene un padre con un hijo varón. Otra escena, donde están las dos hermanas en la habitación jugando, -todavía el espectador cree que se trata de un niño y una niña-, el padre entra en la habitación y se dirige a coger en brazos a su hija menor de una manera que denota cierta preferencia amorosa por ella y casi no presta atención a Laure-Michael quien se dirige rápidamente al cuarto donde está su madre embarazada, la abraza y la imagen de ese encuentro amoroso habla de la fascinación que la madre siente por Laure, quien parece una anticipación futura del niño que ella espera tener.



Laure habla en secreto con el futuro bebé apoyándose en el vientre de la madre embarazada, y al ser preguntada por ésta qué le ha dicho, Laure responde que es un secreto. ¿Se tratará de confesarle al futuro niño su secreto? No lo sabemos.

Hay una escena en la bañera de las dos hermanas lavándose mutuamente la cabeza que es de una ternura arrebatadora. Hasta allí pensamos que se trata de una chica y un chico pero cuando Laure se pone de pié descubrimos que es una niña. Esa escena nos introduce en la complejidad identitaria que se desarrollará en la trama argumental posterior.


La madre espera un hijo varón, ya lo esperaba cuando nació Laure. Ese deseo de hijo varón de la madre posiblemente no haya sido indiferente a la elección de género de su hija que insiste en llamarse Michael. No somos tan libres como nuestro narcisismo quiere hacernos creer con su ilusión de autonomía. El psicoanálisis se desmarca de la causalidad biológica y de la determinación cultural siendo una bisagra que nos enseña que somos sujetos sujetados al deseo del Otro. Sólo hay una posibilidad de libertad cuando alguien sabe a qué está sujetado y entonces tiene la posibilidad de aceptar o rechazar lo que desea. El psicoanálisis en este punto tiene mucho que aportar al llevar a un sujeto hasta ese momento en que no le queda más remedio que aprender a saber qué hacer con su síntoma.

Es en este punto donde la película abre un interrogante en cuanto a la identidad de Laure-Michael. He reiteradamente mencionado los dos nombres relacionados con ella para señalar el carácter ambiguo que nos asalta cada vez que tenemos que nombrar un caso de transexualidad. No podemos saber si Laure-Michael lo era o se trataba de una identidad en construcción de una niña que ensaya y juega a ser varón porque quiere ser un chico, desea serlo, bastante extendido en muchas niñas, sobre todo en nuestra cultura que sobrevalora los rasgos, las actitudes y la manera de ser masculina. Pero el deseo de ser un chico a veces se resuelve en una niña a lo largo de su evolución de una manera que define una por una, el modo particular de sentirse más o menos en consonancia con su género, aunque ese modo la diferencie de una feminidad clásica. Hay chicas que por muy masculino que sea su aspecto, su disonancia con su género, no se sienten hombres.

En el caso de la transexualidad la cuestión es de otra índole. Allí existe una certeza de ser que se diferencia del deseo de ser, presente en los otros casos de identidad en construcción. El deseo de ser un chico es diferente a la certeza de serlo. En cuestiones de identidad nada hay más lejos de la certeza. Puede existir una certidumbre variable de pertenecer subjetivamente al género al que obliga la anatomía, pero siempre hay un espacio de duda, de pregunta, porque la aceptación o no del mismo, depende del goce que procura su pertenencia, de la culpabilidad mayor o menor que implica sentirse traicionando las expectativas sociales del género, la vergüenza que ello implica, lo que obliga al ocultamiento de sensaciones y sentimientos que se sabe a priori que no serán aceptados por la comunidad a la que se pertenece, sobre todo en este caso que se trata de una púber. La certeza de ser hombre o mujer que no se corresponde con la anatomía lleva al sujeto implicado a querer que la realidad se adapte a su certeza mientras que en una identidad en construcción más bien el sujeto intenta adaptar sus incertidumbres teniendo en cuenta su realidad. Cuando Laure se siente Michael pasa por alto que en la escuela la inscribirán con su nombre real, de chica, pasa por alto que en poco tiempo sus pechos crecerán y delatarán que no es un chico y no tiene respuestas cuando su madre al ponerla en evidencia frente a los otros, le dice que no lo hace por crueldad ni para humillarla sino porque no sabe como hacerla afrontar una realidad y le pide que si ella tiene una idea mejor para afrontar esa cuestión se la diga. No le molestaba creer que su hija jugaba a ser varón, más bien parecía complacerla. Pero no supo que no se trataba simplemente de un juego y cuando la realidad le estalló de manera sorpresiva, accidentalmente, no supo cómo reaccionar y lo hizo del peor modo posible, tal vez creyendo que así ayudaría a su hija aceptar su condición biológica de mujer para integrarse en el medio en el que te tocaba vivir.

Otra cuestión a señalar es que la identidad sexual no tiene porqué coincidir con la anatomía. Hay una relación de atracción mutua entre Laure y Liza, una amiga del nuevo barrio donde se ha mudado su familia. Pero esa atracción es de índole heterosexual, porque Liza está convencida de que Laure es en realidad Michael. Y es a ese chico que ella cree que es al que besa de una manera tímida, sensualmente correspondiente a la edad que tienen ambos. Y cuando la Laure biológica en otra escena le devuelve el beso, es Michael quien la besa, no Laure. Eso corresponde a la experiencia de muchas transexuales mujeres que no califican su pareja con otra mujer como un vínculo lesbiano, porque se sienten hombres.

Una película conmovedora, bella, inteligente en el planteamiento de las dudas, las certidumbres y las posibles certezas entorno a la identidad de género y su correspondencia o no con la identidad sexual. Película con un final abierto que no se resuelve con una respuesta clara. Pero que deja en la boca un sabor dulce porque cuando se revela la identidad biológica de Laure a quien la madre obliga de una manera cruel a desvelarla frente a los amigos, Liza, al principio se siente ofendida y decepcionada, pero al final, prima el afecto que ella siente por Laure y le pregunta tímidamente como se llama, a lo que ella responde con su nombre real. ¿Significa eso que acepta que es una niña, significa que se siente agradecida por la comprensión de su amiga que la acepta de todos modos? No lo sabemos. Para saber la verdad en cuestiones de identidad sólo vale la palabra del sujeto implicado en su goce, que es propio de cada uno y de cada una. Sólo nos cabe respetar esa elección.


CLAUDIA TRUZZOLI







lunes, 6 de abril de 2015


Ternura. Hermel Orozco.jpg
LA NOSTALGIA CARCELERA


Hay momentos en que algunos recuerdos
se imponen sobre otros
con una dulzura particular,
por ejemplo, la vitalidad de tu risa,
tu irónico sentido del humor,
la insinuación al llamado íntimo
presente en tu mirada,
el rubor de tus mejillas
signo delator del después del amor,
nuestro sentimiento de hermandad
nacido del declinar de reclamos posesivos,
la complicidad silenciosa
de nuestros actos cotidianos.
Perderte no ha hecho más que aumentar
el valor de escenas vividas
con ese aire de familia entrañable
que daba a nuestro presente
la ilusión permanente de un futuro
que nos encontraría compartiendo nuestros días.
Nada ha sido igual desde que no estás,
desde que el retorno de la nostalgia
no ha sido suficiente para resucitar lo perdido,
desde que la soledad me ha tomado el pulso
construyendo el castillo de nuesros recuerdos
como un refugio para cobijarme de tu olvido.

CLAUDIA TRUZZOLI

7 de abril de 2015

domingo, 8 de febrero de 2015



LUCES Y SOMBRAS DE LA CUSTODIA COMPARTIDA

La custodia compartida es una solución pensada en principio para que las parejas separadas puedan tener una relación más fluida con sus hijos e hijas. El problema no está en el concepto sino en cómo se materializa en la práctica, lo que obliga a revisar si esa decisión supone un beneficio para los menores o una ventaja para alguno de los progenitores. La custodia compartida es más utópica que idónea en algunos de los casos que vamos a revisar y difícilmente será eficaz sin la voluntad de ambos progenitores. Cualquier decisión contra esta realidad se parecerá más a una decisión salomónica que a una decisión justa y supondrá el sacrificio de los hijos e hijas a quienes se impone un reparto similar, que nada tiene que ver con la igualdad. Ésta no se impone por decreto, de la misma manera que la maternidad y la paternidad más allá de su referencia biológica se deben demostrar en el ejercicio de una función que se basa en la responsabilidad, el cuidado y los afectos hacia los hijos. Más que exigir la custodia compartida para preservar los derechos de la paternidad, se debe ejercer una paternidad responsable para luego pedir la custodia compartida que será consecuente con un comportamiento previo y que contará con el consenso de las parejas como se observa en la mayoría de las separaciones donde la mayoría de las decisiones sobre custodia se deciden de mutuo acuerdo.
Un informe del que son autores cuatro especialistas franceses en psiquiatría infantil, citado por una asociación que se llama Custodia en positivo 1, advierte de la situación de alto riesgo psicológico que presenta la residencia alterna en niños menores de seis años y dice: La ley del 4 de marzo de 2002 relativa a la patria potestad, en principio se ha hecho para permitir que los padres tengan un papel más importante junto a su hijo, lo que es necesario, justo y deseable para su desarrollo emocional. La intención legislativa es favorecer que el niño mantenga el contacto regular con ambos progenitores. Pero este texto no diferencia entre las necesidades de un bebé y las de un adolescente. Estos psiquiatras han estudiado 150 casos de niños menores de seis años que tienen trastornos psicológicos debido a la residencia alterna o residencia equivalente (división de tiempos). Comunica ese informe la aparición de uno o más de los siguientes síntomas:
  1. sensación de inseguridad con ansiedad provocada por una sensación de abandono porque no soportan el alejamiento de la madre y piden estar en contacto con ella.
  2. Sentimiento depresivo con la mirada perdida durante varias horas.
  3. Trastornos del sueño.
  4. Eccemas
  5. Pérdida de confianza en los adultos, especialmente en el padre, cuya visión provoca una reacción de rechazo.

Estos problemas pueden prolongarse hasta la adolescencia y se encuentran en la edad adulta, bajo la forma de ansiedad y depresión crónicas. Estos efectos se pueden extrapolar a muchos estudios de niños que han sido separados de sus madres en otros contextos. Por otra parte, en psicología conocemos el síndrome del marasmo en casos de niños muy pequeños que han tenido que sufrir hospitalización durante períodos prolongados, separados de sus madres. Incluso más allá de los seis años, en niños de siete u ocho años, con residencia alterna por decisión judicial, se observó un comportamiento de control exacerbado, manifiesto en un rechazo a mantener el ritmo propuesto por los padres y la escuela, como si estos niños se rebelaran contra un ritmo marcado por el exterior.
También se han observado los síntomas antes mencionados con el régimen de residencia equivalente, que se adopta para evitar largas separaciones del niño con la madre, por el que se le da al padre un tiempo equivalente al que tiene la madre para estar con su hijo. Esto tiene un inconveniente, que se parte al niño, quien tiene que sufrir varios cambios de residencia en una misma semana. También cuando el derecho de residencia incluye grandes fines de semana, desde viernes por la mañana hasta domingo o lunes por la mañana, o mitad de las vacaciones escolares.

En bebés muy pequeños por ejemplo, en épocas de lactancia, los vínculos con la madre deben ser protegidos para permitir al niño, poco a poco, salir de la casi fusión que se produce con el embarazo y de la relación privilegiada, sin duda genética, que el niño establece con su madre y que se continúa en la lactancia. Si bien existen grandes variaciones individuales en las habilidades de memoria de los niños, no hay que olvidar que un niño menor de dos años no puede mantener la imagen de su madre más que por un tiempo limitado, a partir del cual tienen el sentimiento de haberla perdido. Por lo tanto, es aconsejable ser prudentes en beneficio del menor. Los síntomas mencionados también se han producido en situaciones donde ambos padres estaban de acuerdo con la residencia alterna y desaparecieron una vez que los padres aceptaron que el alojamiento en casa del padre se estableciese en forma más progresiva. Lo cual significa que los trastornos pueden producirse aún en ausencia de conflictividad entre la pareja, si bien se potencian con la conflictividad, y está ligados directamente con la separación prolongada de la madre. Una situación en la que está absolutamente contraindicada no sólo la residencia alterna sino el contacto no vigilado con el padre en los casos de violencia doméstica. No respetar esta circunstancia provoca síntomas terribles en el niño, pérdida de peso, desórdenes psíquicos al límite de la incoherencia, angustia, congelación de sentimientos cuando está con el padre y los expresa cuando vuelve con la madre.

Hay padres, que se decantan cada vez más por la imposición de la residencia alterna nada más producirse la separación y hasta que ésta sea revisada pueden pasar varios meses. Se han dado casos de solicitudes de residencia alterna para un bebé de 23 días y otro caso la ha obtenido para un bebé de cinco meses. Esto significa que la ley, si bien parte de un principio que es razonable, como es el de asegurar que los dos padres obtengan el mismo espacio y tiempo para la crianza de su hijo, todo pensando en el bienestar del menor, en la práctica, por falta de especificidad en el estudio de los casos presentados, da lugar a un sufrimiento muy grave para los niños pequeños. Cuando estos niños son tratados por un terapeuta, el niño no logra entender porqué el terapeuta que ha comprendido que ésa no es la situación que le conviene, no logra cambiar la situación y se lo aprecia como cómplice del sistema.

En Estados Unidos, dos destacados investigadores 2 investigando a 145 niños de 12 a 20 meses y ampliado a niños de 24 a 30 meses, demuestran que dos tercios de los niños de padres divorciados que pasan regularmente una o más noches en casa del padre, tienen comportamientos que reflejan un estilo de apego más inseguro que los que no pasan noches con su padre o los hijos de padres no divorciados. Este tipo de apego tiene manifestaciones de hipervigilancia, acaparamiento, agresividad durante días o semanas, hipersensibilidad a cualquier separación potencial o real de la madre. No consiguen estar bien ni en el momento de la separación ni en el del reencuentro y creen que sus padres no son capaces de ayudarlos.

Kaplan y Pruett (1999) hacen hincapié en que el niño no tiene el mismo sentido del tiempo que un adulto, un día de separación puede ser el equivalente de varias semanas para un adulto, razón por la cual es importante que los cambios en el entorno del niño sean moderados. Los tribunales y también los padres tienen que aceptar que el divorcio crea, al menos temporalmente, una situación en que el interés superior del niño, no es sinónimo de ser justos con ambos padres. Del estudio de estos dos investigadores se desprende que el hijo que pasa noches en casa del padre no revierte ninguna ventaja a la calidad del vínculo padre-hijo. Por mi parte agrego que ésta depende de cada padre, de su capacidad de darse cuenta de las necesidades de su hijo y sobre todo, de no imponerle su presencia contra su voluntad, sino ser capaz de entender sus necesidades y tratar en todo caso de ganárselo con actitudes generosas hacia él. Los profesionales y los padres sensibles tienen que reconocer las señales de alarma en un niño pequeño cuando es incapaz de adaptarse al tipo de custodia establecido. Hay una comunicación del Ministerio de Justicia del Gobierno Federal Canadiense dirigido a los padres divorciados Porque la vida continúa que hace hincapié en la sensibilidad de los niños menores de dos años a la discontinuidad y al conflicto, a la separación del progenitor que le proporciona cuidados con más frecuencia.

Yvon Gauthier, profesor de psiquiatría infantil en la Universidad de Montreal dice que es esencial preservar la relación de apego primaria que se ha desarrollado en los niños con la madre y a la vez mantener un contacto regular con el padre, pero que no se debe dividir al niño en dos para satisfacer las necesidades de los padres porque para el niño es profundamente perturbador pasar constantemente de una figura parental a otra residiendo en casa diferentes en función de los días. Ante la imposibilidad de la presencia conjunta de los dos padres, es importante que el niño encuentre estabilidad con uno de ellos no sólo en el contacto con él sino en el espacio donde desarrolla sus tareas cotidianas. Italia no establece residencia alterna para niños pequeños. Suiza se opone mayoritariamente.

Todas estas cuestiones nos obligan a repensar los reclamos de los padres en términos de igualdad. El papel del padre si bien tiene un rol importante en la vida de un bebé, no puede ser equivalente al de la madre. No se puede confundir la igualdad ante la ley en términos de patria potestad con la misma igualdad a nivel del desarrollo temprano del niño. El argumento según el cual hay que poner en igual posición al padre lo antes posible para evitar que las madres posesivas ejerzan un control desmesurado en sus hijos, va en contra de lo que sabemos sobre el desarrollo psíquico precoz: un niño pequeño no puede ser autónomo salvo que tenga la certeza de que no va a perder la relación con su madre cuando haya cierta distancia con respecto a ella. Si ese no es el caso, se siente mal por tener que alejarse y se apega más a ella.

Un autor sueco, Lamb, uno de los más conocidos especialistas en el estudio de la relación padre-hijo, en 1983, demostró que los niños suecos con padres divorciados, que reciben cuidados mayoritariamente por parte del padre, muestran una preferencia por su madre en situaciones extrañas o inquietantes, como la presencia de un visitante desconocido en el rango de edad que va de los ocho a los dieciséis meses. Es el mismo comportamiento en las familias en que la madre es la principal cuidadora. Lo cual significa que si bien el padre puede tener una posición de figura de apego, el niño prefiere la base de seguridad materna en caso de angustia o ansiedad. ¿Cómo se explican estos hechos? Posiblemente por la casi fusión que se produce entre la madre y el niño durante el embarazo. Se ha demostrado que el feto reacciona a los estados emocionales de la madre. El recién nacido es capaz de reconocer la voz de su madre entre otras voces de mujeres, pero no la de su padre entre otras voces de hombres. Desde que tiene tres días un bebé nota la diferencia entre el olor del pecho o del cuello de su madre entre otras mujeres. Por eso es importante que en caso de separación o divorcio de los padres, se respete esta circunstancia evolutiva del bebé y no se perturbe su desarrollo con la imposición de una residencia alterna que aleje al bebé de su madre cuando aún no está preparado para soportar esa separación, porque entonces se produciría un apego perturbado. Llevar a los niños a la guardería no produce el mismo resultado, porque este hecho presenta una discontinuidad sobre un fondo de continuidad, que no respeta la residencia alterna. Se agrava la situación cuando un padre se opone a que el niño tenga contacto con la madre mientras está en su casa, lo que significa que el niño siente que pierde a su madre cuando va la otra casa y potencia los efectos negativos de la base de seguridad. Para sostener una coparentalidad sana, sería preciso que ambos padres soliciten un horario flexible. El problema es que cuando los jueces han ordenado una residencia alterna en forma definitiva, presentando los niños los síntomas descritos anteriormente, no los han interpretado como resultado de la residencia alterna, sino debidos a la ansiedad de la madre. De todas maneras es imposible que una madre no esté ansiosa cuando su hijo está padeciendo un sufrimiento psicológico. Evidentemente si la madre o el padre no tienen capacidad educativa suficiente o una buen equilibrio emocional, no se debe conceder una compartida al progenitor que padezca un trastorno de personalidad importante como depresión, delirio grave, abuso de sustancias, debiendo confiarse la custodia a aquél progenitor que esté mejor.

Para tener en cuenta el desarrollo temprano del niño, Brazenton y Greenspan, dos investigadores y psicólogos clínicos conocidos mundialmente por sus trabajos sobre el desarrollo psicológico de la primera infancia, han establecido un calendario para encuadrar el ritmo de los contactos del bebé con la madre si ésta es la responsable de los primeros cuidados o del padre si el caso es al revés. Calendario que será flexible en función de la conflictividad de la pareja y de la capacidad del niño para tolerar el cambio. Este calendario establece:
  1. De 0 a un año, el niño podría ver a su padre dos o tres veces por semana, cada vez durante medio día en casa del mismo sin pernocta nocturna. Dos de estos medios días se podrían concentrar en un día completo.
  2. De uno a tres años, tres medios días. Cuando el niño está familiarizado con la casa paterna, se podría añadir una sola noche en la semana, sin separación de la madre que supere un día y medio.
  3. De tres a seis años, el alojamiento en la casa paterna puede ser de dos días con dos noches, cada quince días y un medio día durante la semana. La mitad de las vacaciones escolares que no deberán exceder de quince días consecutivos en casa del padre a condición de mantener los contactos suficientes y no intrusivos con el otro progenitor.
  4. A partir de los seis años, los niños son más capaces de expresar lo que sienten, de apartar más los conflictos entre sus padres de su propia vida.

Sin embargo, un número grande de casos de niños de 6 a 10 años, muestra que la residencia alterna es más un deseo de los padres que la necesidad que tienen los niños, que expresan su desacuerdo con este tipo de custodia por el sufrimiento que les produce. Sería deseable entonces que al niño lo escuchara el magistrado y un especialista en primera infancia y una investigación a nivel nacional sobre el desarrollo psicológico de los niños pequeños afectados por la separación de sus padres en función de la medida de custodia propuesta y del nivel del conflicto parental.

En nuestro país, paradójicamente las asociaciones de hombres separados que son más críticas con la igualdad de sexos, son las que más reclaman la custodia compartida justamente en nombre de la igualdad. Esas mismas asociaciones hablan de denuncias falsas, existencia del síndrome de alienación parental, violencia de las mujeres hacia los hombres en la misma proporción que la que ellos ejercen sobre ellas, presentan la ley Integral o las medidas que promocionan la igualdad como un ataque a los hombres. El mismo Miguel Lorente, médico forense y delegado del gobierno anterior para la Violencia de Género, dependiente del ahora extinto Ministerio de Igualdad, ha sido acusado e insultado por estas asociaciones como un oportunista por defender la igualdad. Hay una carta abierta de Carlos Carnicero, presidente del Colegio General de la Abogacía Española, que dice que no se puede identificar como se viene haciendo, denuncias falsas con desistimientos, archivos o absoluciones por falta de pruebas. Hay un número importante de casos donde la víctima desiste de la denuncia pero éstas se encuentran en un entramado de relaciones familiares, sociales y económicas que las hacen especialmente vulnerables a presiones desde el exterior y a sus propias dudas sobre la conveniencia de mantener la denuncia. La realidad es que las acusaciones falsas cuando lo son, no son más frecuentes en casos de divorcio o disputas por custodia que en otros casos, constituyendo el 6% de las denuncias en casos de abusos sexuales. Entre las denuncias falsas interpuestas hay un 21% de padres que las hacen frente a un 1,3% de las madres.


LOS PRE-TEXTOS DEL SAP

El síndrome de alienación parental (SAP) es un concepto creado por Gardner que supone que cada vez que un hijo o hija no quiera estar o ver a su padre es porque ha sido alienado por la madre para predisponerlo en contra del padre, gracias a una campaña de denigración de éste. En adelante tomaré la descripción que traen a colación Sonia Vaccaro y Consuelo Barea en su libro El pretendido Síndrome de Alienación Parental de la serie de síntomas primarios utilizada por Gardner para diagnosticar SAP. Éstos son:

  1. Campaña de denigración en la que el niño manifiesta odio hacia el progenitor no custodio.
  2. Débiles justificaciones para el desprecio o para no verlo.
  3. Ausencia de ambivalencia.
  4. Fenómeno del pensador independiente, o sea, que el hijo/a afirma que la decisión de rechazar al padre es suya.
  5. Apoyo reflexivo y automático a favor del progenitor alienante.
  6. Ausencia de culpabilidad por la crueldad y explotación a la que se somete al progenitor alienado.
  7. Presencia de escenarios prestados, o sea, argumentos o frases que no parecen corresponder al lenguaje de los niños.
  8. Extensión de la animadversión a la familia extensa del padre.
  9. Dificultades en el intercambio con el niño en las visitas.

Críticas a esos criterios:
Si la madre o el niño, denuncian al padre por abuso sexual, Gardner considera que esa acusación es falsa y se sirve de ese hecho para diagnosticar SAP. Invocar una débil justificación para no ver a su padre es una evaluación subjetiva y no puede garantizar un diagnóstico fiable. En cuanto a la ausencia de ambivalencia, pensador independiente y apoyo reflexivo y automático a la madre, sería la conducta normal de un niño que ha sido maltratado o abusado por su padre o que ha presenciado malos tratos a su madre. Esto puede hacer que se solidarice con la madre a la que considera víctima del maltrato, o bien la que es su único apoyo frente a los abusos del padre. Por lo tanto, estas reacciones que son adaptativas al maltrato o abuso, de rebeldía adolescente o rabia frente al divorcio de los padres, que desaparecerían al cabo de un tiempo, se consideran en este enfoque de Gardner, reacciones patológicas. El sexto criterio supone que cualquier crítica al padre es ofensiva hasta el punto que Gardner califica de psicópatas a los niños y a las madres, y en esos casos diagnostica Sap. Pero esa ausencia de culpa en el niño es comprensible si él tiene claro que el padre es violento y abusador y él y la madre son víctimas y no agresores. El rechazo a la familia extensa del padre sería la consecuencia lógica a un ambiente donde él sabe que el padre al que teme, puede tener libre acceso, como por ejemplo, la casa de los abuelos paternos, donde no cuenta con la madre para protegerlo. El último criterio que evalúa las dificultades del niño en el intercambio no permite distinguir entre un niño alienado por el progenitor custodio de un niño profundamente vinculado a ese progenitor, por ejemplo, si las dificultades son porque el niño tienen hambre o sueño, porque no quiere dejar el juego al que jugaba, si son al encontrarse o al despedirse por no querer dejarlo.

Según Gardner, los padres que maltratan, abusan sexualmente de sus hijos o son negligentes con ellos, están todos en la misma categoría de padre abusivo-negligente, que él describe como hombres impulsivos , que enseguida se pelean, no se esfuerzan por trabajar, pierden su dinero en alcohol o juego. Sin embargo sabemos por el contrario que muchos maltratadores tienen un comportamiento excelente fuera de casa. El libro de Marie-France Hirigoyen, El acoso moral, ilustra bastante bien los diferentes tipos de maltratadores y su grado de peligrosidad. Los pedófilos también pueden tener un comportamiento social que hace difícil creer que puedan serlo. Cuando se omite una investigación sobre el padre para saber realmente como es su configuración psíquica y se manipula información sobre la madre, a la que tampoco se somete a un análisis riguroso y serio, es fácil concluir que el rechazo al padre es injustificado.

La ambigüedad de los criterios diagnósticos para invocar Sap, ha llevado a establecer diagnósticos falsos en casos: de abuso infantil severo, otros en los que el progenitor que se considera alienador no contribuye, o decide denunciar para defender sus derechos legales y proteger a sus hijos, o casos donde hay una denigración parental mutua, o aquellos donde se confunden conductas adaptativas de rechazo tras el divorcio, que son normales en el desarrollo de un niño/a. En todos estas situaciones se presume equivocadamente SAP.
Gardner llama a la terapia propuesta para desalinear al niño, Terapia de la Amenaza y propone que la misma debe basarse en la estricta separación forzada de la madre y el niño y que no haya ningún contacto entre ambos, ni directa ni indirectamente, vía teléfono o correo. Se ha llegado en casos en nuestro país que hasta se ha cambiado de colegio a los niños para que sus compañeros no contribuyan a aumentar el rechazo al padre. Es significativo que Gardner, aún admitiendo que se hayan probado abusos sexuales del padre hacia los hijos, defienda al padre diciendo que no existe un padre perfecto, que si bien la explotación sexual debe ponerse en la lista negativa, han de ser apreciados por el niño, los aspectos positivos. Esto concuerda con su idea de que el abuso sexual no es necesariamente traumático, sino que lo traumático es la actitud social hacia esos encuentros. 3 Es bien conocida la opinión de Gardner con respecto al incesto con los hijos y su idea de la seducción de los niños hacia el adulto como está documentada en sus propios textos, que obviamente ninguna revista científica se prestó a publicarlos, razón por la cual tuvo que autofinanciarlos.

Él también da unas pautas para determinar si una madre es alienadora o no, que son: la presencia de psicopatología severa previa a la separación, frecuencia de pensamientos y verbalizaciones programadoras, frecuencia de maniobras de exclusión, de denuncias a la policía y servicios de protección al menor, propensión a pleitear, episodios de histeria, frecuencia de violación de órdenes judiciales, éxito manipulando el sistema legal para realizar la programación, riesgo de intensificarla si consigue la custodia.
Cuando se refiere a la psicopatología severa previa a la separación, la define como una folie à deux, o sea, como una psicosis. Al definir esto como SAP, confundió una reacción propia del desarrollo ante el divorcio y los conflictos parentales intensos, incluyendo la violencia, debidos al enfado entre padres e hijos, a veces inapropiado pero predictibles después de una separación, con la psicosis. Y acorde con esta convicción errónea, prescribe el traslado permanente a la casa del padre como progenitor custodio para evitar que los niños estén protegidos de las inducciones programadoras de la madre debido a su psicopatología. Pero Gardner no proporciona pruebas empíricas que demuestren que mujeres o niños diagnosticados con SAP tengan síntomas patológicos. Además el padre no es diagnosticado ni estudiado. Tampoco puede valorarse si los síntomas del niño en el momento del examen son patológicos o respuestas adaptativas temporales al divorcio, porque no hay evaluaciones a lo largo del tiempo ni de los hijos ni del padre. Muchas de las pautas que señala para determinar si una mujer es alienadora, pueden corresponder perfectamente a la conducta de una mujer maltratada que quiere proteger a sus hijos de un padre violento o abusador, acudiendo a la justicia o desesperándose cuando se encuentra con la injusticias porque no se le cree y el testimonio de sus hijos se considera nulo, por suponerlo programado. Gardner por otra parte tampoco tiene en cuenta las secuelas del maltrato en la mujer que desembocan en un Trastorno por Estrés Post-traumático, que se caracteriza por recuerdos intrusivos, la evitación de los estímulos que recuerdan al trauma, angustia vigilante, miedo intenso, pánico, ansiedad, incluso en respuesta a estímulos menores. Gardner llega a sugerir que incluso la rabia es indicador de madre alienadora. Si el tribunal que decide la custodia ignora en la evaluación la historia de violencia para entender la conducta materna, como por ejemplo, negarse a dar su dirección, resistirse a las visitas sin supervisión, especialmente si cree que sus hijos están en riesgo, ella puede parecerles hostil, poco cooperadora o inestable y acusarla de ser alienadora.

El perfil que Gardner presenta de madre no alienadora puede corresponder al perfil de una mujer maltratada con Síndrome de Estocolmo, o sea, sumisión total al varón, minimización del maltrato, dependencia emocional extrema con el maltratador, pérdida de identidad, que se conoce en psiquiatría como estrés Post.traumático complejo elaborado por Judith Herman, 4 que se presenta en personas que han sufrido traumas prolongados y repetidos como niños abusados, mujeres maltratadas, explotación sexual organizada, rehenes de guerra, supervivientes de campos de concentración, sometidos a sectas, todos casos que suponen una historia de sometimiento a un control totalitario interpersonal a lo largo de un período prolongado.

En el tratamiento que hacen los que creen en el SAP, el mismo terapeuta trata a toda la familia, lo cual genera una distorsión en la confianza de los entrevistados, si uno es acusador y otro es acusado. Además la terapia de la amenaza nunca será un método terapéutico y acaba generando odio. La coacción legal es un método violento que puede inducir por falta de esperanza de escapar al terror, la identificación con el agresor, minimizando la agresión, imitándolo y justificándolo porque saben que su supervivencia a veces depende de que logren aplacar a sus abusadores y fingen sumisión o afecto para sobrevivir, como les sucede a muchas mujeres maltratadas, niños abusados, prisioneros de guerra. Llevar a los niños a vivir con un padre al que temen es dejar una huella traumática que dura muchos años. El amor no se puede imponer, se debe ganar con la propia conducta. En vez de valorar cuidadosamente cada situación individual y proceder con mucha precaución, los profesionales que privilegian el contacto del niño con el padre rechazado, pueden pasar por alto conductas del padre que provocan un rechazo adaptativo y lógico en el niño, como por ejemplo, si el padre tiene problemas de salud mental, abuso de poder o de control, si es adicto, o simplemente si es un padre indiferente.
De los casos de disputa por la custodia, entre el 25 y 50% encierran violencia de género. Los niños expuestos a tal violencia pueden tener problemas emocionales comparables a los que han sido víctimas directas de maltrato o abuso sexual, los que la han presenciado padecen secuelas de agresividad, depresión y / o deficiencias cognitivas. Y en la edad adulta problemas de salud pulmonar, enfermedades cardíacas, obesidad, diabetes, adicción a drogas, alcoholismo, enfermedades de trasmisión sexual, depresión. Las denuncias de abusos sexuales en casos de custodia son infrecuentes (alrededor de un 6%) y la mayoría son fundamentadas, y las falsas no son más frecuentes que en otros tipos de delitos y resulta que el recurso a la denuncia falsa lo utiliza el padre en un 21% de los casos, mientras que la madre lo hace en el 1,3%. Los padres maltratadores son los que solicitan la custodia exclusiva más que los no violentos y la consiguen en el 70% de los casos.
Sólo me queda agregar que el SAP tal como lo describe Gardner, no ha sido reconocido con fundamento científico ni por la Asociación Española de Neuropsiquiatría, que además alerta de los graves riesgos de su aplicación en la corte judicial, ni por la Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos ni por la Organización Mundial de la Salud.

Los padres no violentos que legítimamente sienten que su papel en la custodia del niño se interfiere, deben valorar otras estrategias para hacer su reclamación y no invocando SAP con apariencia científica y promovido por grupos de presión conocidos, porque eso hará finalmente más daño a los niños que beneficio. El estudio individualizado y no prejuicioso de cada caso particular es lo más indicado, buscar ayuda terapéutica que permita acceder a recursos eficaces, buscar mediación para intentar solucionar de mutuo acuerdo la custodia teniendo en cuenta los sentimientos de los hijos a quienes se les demuestra de esa manera que se los ama de verdad.

El hecho clínico probado que la madre tiene una importancia constituyente en el psiquismo del niño y que el papel del padre adquiere importancia a posteriori y de manera progresiva, no significa que en los casos en que la madre esté muy perturbada se le deba dar la custodia. Por eso concluyo esta comunicación con esta advertencia, porque he sido acusada de androfobia por publicar estas verdades, que no son presupuestos ideológicos, sino realidades clínicas probadas y apoyadas por lo que la psicología sabe de la evolución psicológica del niño y cuales son sus necesidades de acuerdo a su edad. Es a todas luces de sentido común, que no se puede dejar la custodia ni unipersonal ni compartida en manos de alguien perturbado, sea el padre o la madre. Por eso es importante estudiar sin prejuicios previos cada caso contencioso, porque cuando los padres no pueden llegar a un acuerdo razonando entre ellos, recurren a los tribunales, lo que ya implica un fracaso en la línea de lograr vías de acuerdo para el mejor desarrollo de los hijos. Que hay muchos padres separados rencorosos que utilizan el reclamo de la custodia compartida para vengarse de sus ex esposas, es un hecho muy conocido. Como también hay madres que son muy posesivas y sienten a sus hijos como su propiedad privada, lo que dificulta que puedan permitir que los hijos quieran a su padre.

Por todas estas razones hay que ser muy cuidadosos con un examen riguroso de la estructura psíquica de ambos padres y de la historia de su convivencia, no sólo entre ellos, sino como han asumido previo al divorcio, sus respectivas funciones maternales y paternales. Sólo de esa manera, se podría decidir sin temor a equivocarse, si es conveniente la custodia compartida o si es exclusiva de un progenitor decidir de cuál.
El problema se complica aún más porque quien en última instancia decide es el juez, pero no siempre hay garantías de que se respeten las recomendaciones de los expertos en el tema. Los que creen en el Sap, están muy influenciados a ver siempre a una madre alienadora y no investigarán demasiado al padre, lo que puede llevar a ignorar violencia previa o abusos en caso que los hubiera. Los que piensan que la madre debe tener siempre la custodia pueden tener una ceguera con respecto a su idoneidad, por ejemplo en caso de que la madre sea psicótica o violenta. Por todo esto es sumamente importante investigar a fondo, la estructura psicológica de cada padre y cada madre, caso por caso para tomar una decisión justa y adecuada a los intereses de los hijos. Se requiere una gran madurez y una gran generosidad, para saber separar a los hijos de los conflictos que una pareja puede tener entre sí y no convertirlos en armas arrojadizas de un progenitor contra otro, o en una rivalidad celosa por el cariño de los mismos, o lo que es aún peor convertirlos en el chivo expiatorio de la venganza. Cuando una pareja recurre a los tribunales, hay un fracaso evidente en el entendimiento de esta cuestión, lo que hace suponer que uno u otro o ambos no están en las mejores condiciones para separar a los hijos de sus conflictos de pareja. Recuerdo una anécdota que se atribuye al Rey Salomón, que tenía fama de justo. En una ocasión se presentaron ante él dos mujeres reclamando el derecho a la custodia del niño que cada una de ellas decía que era suyo. El rey Salomón decidió entonces que se cortara al niño en dos partes y se le diera a cada una de ellas una parte. La verdadera madre del niño renunció a su parte porque no quería que de dañara al niño. Entonces el rey supo quien era la madre verdadera. Una buena anécdota que se puede traspolar a la custodia compartida en los casos en que el niño es muy pequeño, porque psicológicamente se lo parte por la mitad.

Barcelona, ponencia presentada en el Salón de Actos del Diario de Mallorca, promocionado por la Asociación de Mujeres para la Salud de Islas Baleares, (Adibs) el 28 de mayo de 2012.

CLAUDIA TRUZZOLI
Psicóloga y Psicoanalista

1 Custodia en positivo, CIF G86244043, Registro Nacional de Asociaciones.
web http://custodia en positivo.blogspot.com

2 Salomon y Georges (1999)
3 Garder, R. A. True and false accusations of child sex abuse.

4 Judith Herman, Incesto padre-hija (1981) y Trauma y recuperación (1992) 

lunes, 8 de diciembre de 2014

COMENTARIO DE CINE: HERIDA






Esta película de Louis Malle protagonizada por Juliet Binoche y Jeremy Irons como actores principales, nos muestra el nacimiento y desenlace de una pasión que roza temas incestuosos, con un desenlace sorprendente y trágico. El argumento gira alrededor de un político inglés, Stephen, con una brillante carrera y vinculado a Bruselas, que vive con su mujer, Ingrid, su hijo Martyn y su hija Sally. Su vida se desarrolla de acuerdo a unas rutinas conocidas, y sus vínculos parecen bastante fríos y sobre todo muy tradicionales. Al principio de la película, cuando Stephen llega a su casa después de una reunión con el Primer Ministro, que le elogia una intervención suya en el parlamento, saluda a su mujer. Ésta le pregunta qué le ha dicho el Primer Ministro y él le contesta que le había preguntado si para él significaba algo el poder y ante la pregunta de su mujer acerca de qué había contestado, él le responde que lo de siempre, que para él era más importante su familia. Sin embargo, al llegar al salón vacío, mira alrededor con una mirada de añoranza que desmiente su declaración anterior. Es evidente que no está satisfecho con su vida. Su hijo parece ser su contrapunto y el representante de todo lo que Stephen desearía para sí mismo. Martin es un joven cálido de quien su padre hace un comentario que lo coloca como un pequeño Casanovas, cuando su esposa le comenta que su hijo tiene una nueva novia, que no entiende como ellas no se dan cuenta que sólo quiere tirárselas. En una recepción formal a la que acude Stephen, coincide con la novia de su hijo, Anne. Ella se presenta diciendo quien es, interrogada por Stephen le dice que no hace mucho que conoce a su hijo, sólo dice eso y se queda mirándolo de una manera muy intensa, durante un largo rato, manifestando inequívocamente su atracción por él. Sabiendo que es la novia de Martin, él se queda muy perturbado. Cuando se presentan a la casa familiar Martin y Anne, se produce entre ella y Stephen una situación tensa pero cómplice, por descontado secreta, para la madre de Martin y para el mismo. Al día siguiente cuando Stephen está en su despacho, Anne lo llama, solo le dice quien es y se queda callada. Él le pide su dirección, va a verla. Ella lo espera directamente en el dormitorio y sin mediar palabra alguna, tienen una relación sexual muy apasionada.
A partir de ese paso al acto, las historias se vuelven muy complejas entre ellos, pero a medida que vamos conociendo detalles de la vida personal de cada uno de ellos, comenzamos a entender que las verdaderas causas de su fascinación responden a otras escenas de cuyos personajes ellos son herederos sin saberlo. Me recuerda un comentario freudiano que dice que en toda relación íntima hay al menos cuatro personajes.
Comienzan una relación muy difícil de sostener, de citas a escondidas, subterfugios, mentiras, donde cada uno va desvelando deseos diferentes que complican todas las relaciones  que mantienen. En una cena familiar donde festejan un nuevo trabajo de Martin, Anne explica que sus padres eran diplomáticos, que han vivido en muchos países diferentes, que su madre vive actualmente con su cuarto marido. Interrogada por la madre de Martine  acerca de si es hija única, ella dice que tenía un hermano. Sally le pregunta si está muerto. Y Anne le dice que se suicidó por amor. La madre de Martin tiene una expresión que no puede ocultar su desagrado por Anne, al salir le comenta a su marido que no se fía de ella. Stephen alega un motivo laboral y se va solo, a ver a Anne. Allí tienen otra vez relaciones íntimas donde Stephen se muestra muy agresivo en su manera de tratarla sexualmente, donde se mezcaln de forma ambivalente el deseo y la rabia. Le pide luego que le hable de Aston, su hermano muerto. Ella declara que su hermano y ella estaban muy unidos, que solo se tenían el uno al otro, dado que como sus padres eran diplomáticos, cambiaban cada dos años de residencia, lo que implicaba aprender nuevas lenguas cada vez, adaptarse a un ambiente diferente. Sólo se tenían el uno al otro, lo que provocó un apego especial entre los dos hermanos hasta que él no soportó que Anne se hiciera mayor, no quiso soltarla y se suicidó por eso, razón por la cual ella teme la posesión. Se lo dice a Stephen muy claramente y además le advierte que la gente herida es muy peligrosa porque sabe que puede sobrevivir. Dos advertencias que Stephen, obsesionado como está por ella, no puede escuchar y pasando por alto  el temor de ella a la posesión y le pide que se vaya con él a Bruselas el fin de semana. Anne le pide que por favor, deje las cosas como están, que no quiera cambiarlas. Ella se va a Paris con Martin, Stephen se entera por su mujer de ese viaje y estando en su trabajo en el parlamento de Bruselas, aprovecha una pausa de dos horas y viaja en tren a Paris. donde localiza el hotel donde están Anne y su hijo, la llama, la cita con él en la calle y tienen una relación sexual en un portal, donde Stephen desesperado le dice tienes que ser mía. No puedo ver más allá de ti.  A lo que ella responde con cariño que él nunca ha visto gran cosa, le dice que tiene que volver con Martin, y le pide que por favor, no los siga. Obsesionado como está por ella, tiene la audacia de alojarse en el mismo hotel, por un día, con la desagradable coincidencia que a la mañana siguiente desde su habitación ve a Anne y a su hijo desayunando juntos y en un segundo momento, abrazándose. Stephen intenta desayunar y hacer el esfuerzo de aceptar ese triángulo, pero no puede ni comer y se retuerce en la cama de dolor. De regreso en Londres, la llama a Anne para decirle que tienen que verse, a lo que ella se muestra muy dispuesta y en un parque tiene lugar este interesante diálogo:
Stephen: He pensado en lo que tenemos que hacer.
Anne: ¿Hacer?
Stephen: Tengo que dejar a Ingrid. No hay duda. Es lo mejor para todos. No aguanto más. No puedo seguir así. Recuerda lo de Paris. Como me comporté. Nunca había sentido nada igual. Necesito poner mis sentimientos en orden. Sé que será duro para Martin. Te aprecia.
Anne: me ama.
Stephen: Sí, lo sé. Pero es joven, lo superará.
Anne: Es tu hijo, te odiará, ¿quieres perder a tu hijo? ¿Estás dispuesto a dejar a Ingrid? Una vida agradable. Lo que dices no tiene sentido.
Stephen: ¿Como lo sabes?
Anne: En el fondo no lo quieres. ¿Quieres desayunar conmigo, leer el periódico conmigo, y por qué dejar a Ingrid?
Stephen: Por ti, Para tenerte a ti,
Anne: A mi ya me tienes. ¿Cuando puedes verme? ( Su mirada es tranquila y serena. Denota placer)
Stephen: el jueves a las cinco. (La mirada de él denota frustración y resignación momentánea).

Interesante desencuentro de deseos y maneras de posicionarse subjetivamente en esta relación. Dos concepciones muy distintas del tener. Para él tenerla significa poseerla de un modo absoluto, excluyente, muy pasional. Para ella en cambio, tenerlo significa algo mucho más parcializado. Él no ve más allá de su obsesión y olvida todo lo que sostiene un amor real. Ella en cambio, es mucho más realista y está advertida de las consecuencias de un amor ciego y pasional como el que tuvo su hermano por ella, lo que lo llevó al suicidio. Pero la seduce la pasión que Stephen siente por ella. Le recuerda que lo temido de la pasión es al mismo tiempo lo que a ella le resulta más familiar en el amor. Stephen representa el lado pasional del hermano muerto  con sus celos, sus exigencias posesivas. Martin representa el hermano que ella hubiera querido seguir teniendo de mayor, contar con un amor de hermano que la sostuviera, que la acompañara y la dejara libre de desear a otros. Es en esa encrucijada que está atrapada Anne. Pero a la vez, percibe con mucho realismo la situación real de la vida de Stephen, que es un político exitoso, de prestigio, con una vida consolidada al mejor estilo burgués, Duda de que él quiera de verdad dejar su vida confortable y no quiere ser arrastrada al mundo al que él seguramente la querría llevar. Una pareja tradicional y una vida tradicional burguesa. Es lo opuesto de lo que Anne ha vivido y conoce. Lo que nos recuerda que el amor no sólo se sostiene de sí mismo.

Se vuelven a ver el día que habían quedado y cuando Stephen acude a la cita, ella está con un amigo, Peter. Stephen se muestra muy decepcionado y no disimula su fastidio y su mirada de reproche a Anne, hace que ésta explique que Peter no ha cambiado, que siempre se presenta sin avisar. Finge que va a encontrar un libro agotado que Stephen ha venido a buscar para dar una explicación frente a Peter de su presencia allí. Mientras Anne busca el libro, Stephen interroga a Peter si es amigo de Anne y éste le dice que sí, que han pasado mucho juntos y que ella es su mejor amiga. Le dice que conoce a su hijo y le comenta que Anne se toma muy en serio la relación con Martin, que lo quiere porque él sabe tratarla, darle la libertad que Anne necesita. Confiesa que él nunca pudo. Espera que Anne pueda ser feliz. Que Dios sabe que se lo merece. Stephen asiente pero encaja todo esto mal aunque con mucho disimulo.
Peter puede ver a Anne, empatizar con lo que ella siente y necesita. Stephen es incapaz de ver más allá de su deseo por ella. 

Cuando Anne vuelve con el libro, Stephen se va y se queda esperando en la calle escondido hasta que ve salir a Peter. Vuelve a la casa furioso y la interroga acerca de él. Anne le cuenta que lo conoció cuando murió su hermano, que nunca dejará de verle. Los padres de ambos eran amigos y Peter vivía como ellos. Y a continuación le relata una historia trágica que permite entender el amor de Anne por Martin. Cuando ella tenía quince años, Peter la llevó a bailar y la besó. Aston, su hermano, los vio desde la ventana y se puso furioso, quería dormir con ella en su cama y ella lo echo  y no le abrió la puerta del dormitorio, Aston le gritaba, "te follará, te follarán todos" y le insistía en que le abriera la puerta. Ella no lo hizo, estuvo durante horas escuchándolo hasta que se durmió. Al día siguiente oyó llorar y entró a la habitación de su hermano. Allí vio que se había cortado las venas. Ella tomó su cabeza mojada bañada en sangre. A ella y su madre las llevaron a casa de Peter. Con su camisón manchado de la sangre de su hermano supo que tenía que hacerlo y le pidió a Peter que la follara. Todo esto lo relata Anne con mucha angustia. La reacción de Stephen es querer poseerla. Tiene que vencer cierta resistencia de parte de ella y tienen una relación sexual.
Una imagen metafórica del amor ciego, lo ofrece el abrazo amoroso de los amantes donde ambos se tapan uno al otro los ojos con las manos.

En otra ocasión donde coinciden todos en un fin de semana en la mansión de Edward, padre de Ingrid,ella está celosa porque acude Martin con Anne sin haberle consultado que iría con ella y declara que Anne le saca lo peor de sí misma. Edward, el padre de Ingrid en cambio, muestra mucha simpatía por Anne. Le va mostrando su mansíón, le dice que perteneció a su familia desde hace doscientos años. (Contraste evidente con la vida de Anne que sólo vivió dos años en el mismo lugar y con una madre que se divorció 3 veces.) Cuando Anne le comenta a Martin que el sitio es precioso, él dice que no le gusta mucho porque lo obligaban a pasar sus vacaciones allí, que la compañía era agradable pero su niñez no lo fue.
Martin:  aquí no fui feliz, mi infancia era demasiado perfecta en la superficie, todo estaba bien, pero nunca se hablaba,  no había preguntas y eso no era sano. Es bueno tener raíces pero las raíces no bastan cuando falta algo.
Stephen: ¿como qué?
Martin: calor supongo, pasión.
Madre de Martin: supongo que será por mi culpa.
Martin: no, en todo caso de papá.
Stephen (se queda en silencio).
Cuando Martin anuncia que se casará con Anne, se produce un schok tanto en la madre, a quien no le gusta Anne y evidentemente en Stephen que no puede disimular su sorpresa y su dolor. Intercambio de miradas entre Stephen (dolorido) y Anne (reafirmada). A pesar de todo, la madre formalmente felicita a su hijo. En una partida de billar entre el padre e hijo, Martin se disculpa con su padre diciendo que lamenta lo que le dijo en la cena, sabe que le provocó dolor y en cambio en ese momento se siente muy cerca de él. Stephen le pregunta cuando le pidió a Anne que se casara con él y si ella aceptó enseguida. (Pregunta que quiere medir el grado de implicación de Anne con su hijo y a la vez, a quien de los dos pertenece ella más. Es la lógica de la posesión la que no entiende que no se trata de más o menos sino de diferentes implicaciones a las que Anne no puede renunciar). Su hijo le contesta que ella sí aceptó enseguida. Sabe que a su madre le preocupa Anne y también que se casara con quien fuese, a su madre le caería igualmente mal. Stephen le dice que es por la carga que él se va a echar encima, pero Martin le contesta que eso justamente es lo que le atrae.
Stephen: No trato de impedírtelo. Me gusta Anne, pero ¿realmente quieres casarse con ella, estás tan seguro como para eso?
Martin: Me atrae mucho Anne, la tristeza que hay en ella, sé que puedo ayudarla.
Stephen: hablas como una enfermera.
Martin: tú no puedes entenderlo. entre nosotros hay algo especial cuando estamos solos, No hay nadie igual. Lo sabrías si nos vieras.

Esa noche Stephen escucha a Anne pasear por el pasillo y sale a verla, ella lo lleva a su habitación, tiene una mirada amorosa con él y le hace una felación. Todo sin palabras de parte de ninguno de los dos. Su hija Sally, lo ve salir de esa habitación, lo que hace que Stephen se sienta obligado más adelante a darle una explicación de su presencia en el cuarto de Anne, explicación forzada y poco creíble, que a juzgar por la actitud de Sally, no resulta nada convincente, pero ésta calla.
En una cena familiar donde está invitada la madre de Anne, hablan de la boda, aquella dice que está encantada de ver a Anne puesto que no la ve a menudo y por eso se emociona cuando eso sucede y por supuesto por Martin, aunque éste no sea el tipo de Anne. Interrogada por la madre de Martin, contesta:
Madre de Anne: No sé si debo decirlo, el primer novio de Anne sentó un poco el modelo, atormentado, difícil. Los otros le siguieron.
Martin: ¿se refiere a Peter?
M. de A:
Martin: le conozco. es muy simpático.
M. de A.: le echo de menos.
(Ingrid hace un esfuerzo por vencer su irritación y su disgusto y muy a la manera inglesa de ocultar los sentimientos, pregunta como está el salmón. Stephen le sigue el juego) Anne tranquiliza a su madre y le dice que todo va bien.
M. de A.: Cuando Peter y Anne rompieron él se casó con una abogada. Una chica guapísima. Sólo duraron ocho semanas. Yo no puedo presumir. Mi record es mucho mayor. He estado casada cuatro veces. Y casi otra vez en Reno, cuando llegamos a la capilla me eché atrás. De otro modo habrían sido cinco. Claro, hemos sufrido mucho. Anne se lo habrá dicho. Lo de su hermano. Naturalmente me ha sorprendido, tenía que sorprenderme al ver a Martin, se parece tanto al hermano de Anne. No sé si se han dado cuenta. (Toda la familia está muy violenta con esas revelaciones tan faltas de tacto por parte de la madre de Anne, Ésta intenta frenar a su madre, quien no acusa recibo y sigue diciendo que Aston no era tan guapo.
Anne: Madre, ¿por qué siempre lo empeoras todo? ¿No ves que ya es bastante difícil? ¿Necesitas recordármelo?
M. de Anne: Oh, lo siento, quizá no deberíamos vernos. (El resto de la familia está schokeada)
Anne: No importa madre, no pasa nada (al borde del llanto).
Cuando Stephen acompaña a la madre de Anne en un coche, ésta le dice
M. de A.: No les he caído bien. Yo estaba muy nerviosa.
Stephen: nos ha encantado conocerla.
M. de A.: Pero ya no estoy nerviosa. Esta es una oportunidad para Anne. Con Martin puede comenzar una nueva vida. Sería una pena que algo se lo impidiera.
Stephen: no sé a qué se refiere.
M. de A.: Creo que sí lo sabe. Le he observado durante la comida. No puede ni mirarla. Apártese de su camino. Se lo ruego, por favor. (Cuando llegan a la estación, ella dice) No volveré a hablar de esto.
Stephen está mudo. Pensativo, De camino de vuelta, para el coche y llama por teléfono a Anne diciéndole que no diga nada, que la deja, que eso tiene que acabar. Los dos saben que es lo mejor para todos. Y cuelga. Anne se queda paralizada. Acto seguido Stephen va a ver a su hijo a su trabajo. Mientras lo espera ve una foto de la salida al campo donde están los tres: Stephen, Anne y Martin. Su hijo lo sorprende mirándola y le dice que puede quedársela.
Martin: ¿qué te trae por aquí?
Stephen: nada, un sentimiento. La sensación de que no he actuado bien. ¿Recuerdas lo que dijiste en Hartley sobre la pasión? Tenías razón. Yo era distante. Sé que lo era. Pensaba que uno podía controlar su vida. Pero no es así. Hay cosas que no se pueden controlar.
Martin: Así es.
Stephen: De algún modo uno lo sabe. Vengo a desearos buena suerte.
Martin; te lo agradezco mucho.

Stephen se siente atormentado por su renuncia a Anne y por la culpabilidad que siente frente a su hijo. Éste no puede menos que estar sorprendido por la aparición de su padre en su trabajo para hacerle esas declaraciones. Podríamos pensar que si no fuera porque es una parte muy implicada en ese triángulo amoroso del que participa sin saberlo, las declaraciones de su padre en ese momento deberían haberle hecho pensar que algo raro sucedía. Pero continuó con su trabajo.
Stephen se queda pensativo en su oficina, es de noche, su mujer lo reclama para cenar y él se disculpa diciendo que están todos ahí para acabar un informe, pero todos resulta que están en su casa esperándolo para cenar. Queda en evidencia que le está mintiendo. Al llegar a su casa, al verlo metido en la bañera con aire pensativo y atormentado, su mujer le dice:
Ingrid: Edward  me ha dicho que te ofrecerán el Ministerio de Sanidad en el Gabinete.
¿Lo aceptarás?
Stephen: No lo sé.
Ingrid: ¿por que?
Stephen: No lo sé, tal vez sea por lo que tú dices siempre, que no quiero llegar a la cima.
Ingrid: ¿Eso es todo?
Stephen: No, pero no puedo explicártelo.

La ausencia de Anne resulta insoportable para Stephen y no puede evitar llamarla a su casa. Pero atiende el teléfono Martin y Stephen cuelga, pero Anne supone que es Stephen quien ha llamado y le manda a su trabajo un paquete que lleva dentro una caja con una llave y una dirección. Stephen acude al sitio y se encuentra con un apartamento adecuado para ser un lugar de citas. Evidentemente Anne lo ha alquilado para ellos dos. La relación que tienen ambos no necesita de demasiadas palabras para entenderse profundamente desde los afectos y el deseo.  

En una escena posterior, están Anne, Martin e Ingrid planeando detalles de la boda y en el momento en que entra Stephen, Anne lo ve y él se acerca a los labios la llave del piso que ella le mandó. Ingrid y Martin se van a discutir la lista de invitados a otra parte y cuando se quedan solos ella le dice:
Anne: ¿crees que me casaría con Martin si no pudiera verte?
Más tarde, ambos se dirigen a la cita en el apartamento. Ella lo espera con mucha ilusión, lleva flores, abre la cama y se sonríe. El llega corriendo y por primera vez en toda la película, desde la declaración de ella en su casa y la complicidad de compartir un piso secreto para verse,  su cara expresa felicidad. Tan urgente es su necesidad de llegar que al abrir la puerta se deja las llaves colgando de la cerradura del lado de fuera. Las escenas entre ellos son muy amorosas y llenas de deseo y ternura.
Mientras tanto Martin ha llamado a Anne a su trabajo y le han comunicado que ella ha salido. Parece que tenía que decirle que la habían llamado para arreglar un problema del apartamento que ella alquiló, del que Martin no sabe nada.  Acude intrigado a la dirección que le han dado. Sube muy intranquilo a ese apartamento del que nada sabía. Al llegar oye gemidos inconfundibles que le hacen abrir la puerta cuya llave está puesta del lado de fuera  y  se encuentra a su padre y a Anne en plena relación sexual. Cuando lo ven, todos se quedan paralizados. Su padre lo nombra y sale de la cama. Martin se queda tan anonadado, que retrocede con espanto y choca con la barandilla de la escalera, que al ser tan baja, lo hace caer desde ese piso tan alto y se mata. Stephen baja corriendo desnudo a abrazar a su hijo muerto mientras Anne llorando en silencio imagina la escena, repetición de otra anterior, el suicidio de su hermano. Ahora la pérdida de Martin. Baja la escalera lentamente, Se detiene a mirar al padre y al hijo abrazados y desaparece del lugar.

Un inciso pertinente: ¿realmente querían mantener en secreto esa relación? ¿realmente Anne quería seguir sosteniendo ese triángulo? Porque hay dos actos fallidos por parte de Stephen y de Anne. Él se olvida la llave puesta fuera de la habitación. Ella da el teléfono de su casa, donde Martin acude y atiende el teléfono, para que vayan a arreglar una avería del apartamento. ¿No hubiera sido más adecuado para mantener un secreto que ella hubiera dado el teléfono de su trabajo para que Martin no se enterara por si la llamaban para el apartamento? El deseo es algo que no se puede gobernar, más bien nos gobierna. Y en la historia de Anne, como bien percibió su madre, la marca erótica que movía su deseo era el hombre atormentado, que encontró en Stephen su objeto. Y en el caso de él, su vacío emocional, su añoranza de pasión que nunca había vivido, encontró en Anne, lo que le faltaba para sacudir su controlada existencia y brindarle la pasión que necesitaba.
Llega una ambulancia a llevarse a Martin y también la policía, que interroga a Stephen. Queda en evidencia que él tenía una relación con la novia de su hijo y le pregunta si su hijo lo sabía, si tenían cuidado para que no lo supiera. La misma pregunta que podemos hacernos nosotros por los actos fallidos de ambos. También le preguntan donde está ella. Sugerente, porque Stephen recién entonces parece darse cuenta que ella no está. El asunto toma una trascendencia pública, él es un político importante. Su mujer se entera de todo y cuando llega a su casa, él la encuentra con la cara golpeada y pregunta:
Stephen: ¿Qué te ha pasado?
Ingrid: El dolor era insoportable y me he golpeado.(...). ¿por qué no te mataste cuando empezó todo?
¿Pensabas seguir así? ¿Cada día?
Stephen: Sí.
Ingrid: ¿Pensabas seguir así en el futuro, traicionándonos cada día? Tú no eres un hombre malvado. Debiste matarte. Así habría podido llorarte. Hubiera podido enterrarte. Habría sido duro pero habría llorado. (Está muy furiosa con él y llora desesperada. Él al verla así intenta tranquilizarla ofreciéndole una pastilla tranquilizante, pero ella se niega) No quiero pastillas, quiero que me devuelvas a mi hijo, Martin, Martin. Devuélveme a mi hijo ( expresa gritando furiosa y golpeando a su marido).
Stephen: Tu hijo ha muero. Cárgame su muerte a mi. Dame su muerte a mi. (Una escena de un indescriptible sufrimiento tanto de  Ingrid que llora desesperada  como de Stephen que está destruido por la culpa.)
Pero ¡por qué dice tu hijo, en vez de nuestro hijo? ¿Por qué reclama para sí su muerte? ¿Es que tenía la percepción de que ella era la única que poseía la vida de su hijo  y a él no le quedaba más que conformarse con su muerte?
A la mañana siguiente, Ingrid se despierta y Stephen está sentado en una silla al lado de su cama. Ella le dice:
Ingrid: es cierto, no? Lástima que nos conocimos. Creo que para cada uno solo hay una persona,
para mí era Martin, para ti Anne y para Anne ¿quien?
Esta declaración no la hace a ella muy diferente a su marido en su deseo de absoluto. Además le devuelve el golpe donde más le duele pues le hace dudar de que Anne quisiera a alguien por estar relacionándose con los dos. También puede comprenderse la soledad de Stephen que encontró en la frialdad de su mujer para con él la horma de su zapato para mantener su vida bajo control de las emociones, hasta que éstas lo desarmaron, como le confesó a su hijo en aquella ocasión en que fue a verlo a su trabajo.
Ingrid: ¿Me has querido alguna vez? (Se va desnudando y le dice:) ¿Y esto, no te bastaba? Hace un momento pensaba hacer el amor contigo. (Lo mira con desprecio, que él aguanta estoicamente).
Ella en ese momento degrada el deseo para reducirlo al mero acto sexual dejando fuera la riqueza que el deseo le proporciona a la ilusión. Dejando fuera incluso su propia frialdad con él. La fuerza dramática que le da la muerte de su hijo es un buen recurso para culparle solo a él del desenlace de los acontecimientos dolorosos.
Él presenta su dimisión para proteger a su familia y a sus colegas. Y va a buscar a la madre de Anne para preguntar donde está ella. Su madre le dice que ya trató de advertirle. Que puede imaginarse que volverá con Peter. Cuando él está punto de irse, se vuelve y sospecha que Anne está allí. Entra en una habitación y la ve. La mirada de ella es desolada. 
El oscurecimiento de la imagen es una metáfora del eclipse de su relación. El remordimiento, la culpa, la repetición de la historia trágica del destino de su hermano con la muerte de Martin volvieron imposible cualquier posibilidad de lazo entre ellos.
La película acaba con una imagen de Stephen caminando por una isla griega, que parece Rodas, con una estética totalmente informal, cargando una bolsa de alimentos, y una voz en off que nos comenta las reflexiones de Stephen: Qué poco tiempo lleva retirarse del mundo. Viajé hasta que me hice una vida propia. Es imposible saber qué nos hace como somos. Imposible saberlo. Cedemos al amor porque nos revela algo de lo desconocido. Lo demás no importa. Al final, no importa.
Una alusión inconsciente a la dimensión narcisista presente en el amor.
Cuando llega a su casa, una especie de cueva, muestra lo poco que come, abre las ventanas para que
iluminen la foto que su hijo le regaló donde estaban Anne, Martin y él mismo, ampliada y ocupando una gran parte de la pared, se sienta frente a la foto con una mirada tremendamente triste y recuerda mirando a Anne en la foto: Solo la vi una vez más. Fue por casualidad. En un aeropuerto, cambiando de avión. No me vio. Iba con Peter. Llevaba un niño en brazos. No era distinta de las demás.
¿Acaso un presentimiento de que todas las demás son como su mujer, quien fiel a su creencia de que solo había una persona en la vida de cada uno, amaba sólo a su hijo? Por eso, cuando descubre con crudeza lo que antes era desconocido, dice que al final, lo demás no importa.



CLAUDIA TRUZZOLI